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Índice de la fecha

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Aviso:

Agradeciendo el apoyo y colaboración prestada, hacemos saber que el libro "LA OTRA PARTE DE LA VERDAD" entró a la imprenta el 21 del corriente, estimando recibir los ejemplares hacia el 30 de abril próximo para proceder a su entrega a partir de esa fecha.- Su presentación se llevará a cabo entre el 14 y el 21 de mayo en lugar a determinar.-

Atentamente

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- El 29 de abril de 1971 la organización terrorista FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), ataca un camión militar en una ruta de Pilar, roba numerosas armas largas y asesina al Teniente Primero Azua del Ejercito Argentino.

- El 10 de abril de 1972 las organizaciones ERP y FAR, asesinan al Teniente General del Ejercito D. Juan Carlos Sánchez, en Rosario. En el atentado murió además una mujer que atendía un quiosco, la Sra. Cucco de Ayala.

Participan por FAR los cabecillas Juan Roque (luego Oficial Superior Montonero, NG: Lino, caído en combate con las Fuerzas Armadas en la Capital Federal en 1977) y , aparentemente según sus dichos, el luego Oficial Primero Montonero Martín Gras, NG: Chacho, caído prisionero de las Fuerzas Armadas en 1977 y liberado en 1979 luego de dos años como activo colaborador de las operaciones antiterroristas, instalándose en el exterior ( En 1985 este último es aceptado como "imparcial testigo de cargo" (?) en el juicio a los Ctes. en Jefe del gobierno militar, en 1995 trabajó en el COMFER como abogado y en 1997 en la Universidad de San Miguel, donde dictaba materias de "comportamiento democrático" a personal policial de la Provincia de Bs. As).

- El 10 de abril de 1972 las FAR, copan un banco en Bs. As. y roban un millón y medio de dólares.

- El 10 de abril de 1972 el ERP copa del banco City Bank en Córdoba y roban un millón de dólares.

- El 11 de abril de 1972 el ERP asesina al menor de 17 años Juan Antonio Ferreyra y hiere gravemente a Walter Antonio Leiva.

- El 19 de abril de 1972 el ERP, atenta con explosivos contra miembros del directorio de la empresa IKA .

- El 27 de abril de 1972 el ERP copa un Destacamento Policial en Río Tala, Bs. As. Un policía es asesinado y otro herido, además roban armamento.

- El 1 de abril de 1973 el ERP secuestra al contralmirante D. Francisco A. Alemán. Participan su sobrino Oscar Ciarlotti (hijo de un Capitán de Navío) y Magdalena Nosiglia, a quienes franquea la puerta de su domicilio sin imaginar tal felonía. Es mantenido en una "cárcel del pueblo" por varios días y luego liberado.

- El 6 de abril de 1973 el ERP atenta con explosivos en el domicilio del Dr. Roberto Etchepareborda, Rector de la Universidad del Sur, en Bahía Blanca..

- El 8 de abril de 1973 el ERP secuestra al Ejecutivo Víctor Bricombe (rescate 1.360.000 dólares).

- El 26 de abril de 1973 el ERP secuestra al Comandante Ppal. de la Gendarmería Jacobo Nasif, jefe de la Región Noroeste de dicha fuerza de seguridad. El ERP propagandea el hecho mediante la distribución de su fotografía en una "cárcel del pueblo", acompañada de un comunicado donde anuncian la sentencia a muerte del Secretario General de la CGT Ignacio José Rucci, quien es asesinado meses después pero por Montoneros.

- El 30 de abril de 1973 asesina al Almirante D. Hermes Quijada. Cae muerto uno de los terroristas, Víctor José Fernández Palmeiro, por el fuego de un policía de civil que interviene (Este terrorista había participado en el secuestro de Sallustro y en el fallido intento de secuestro del General Alsogaray).

- El 14 de abril de 1974 el ERP asesina al niño de seis años Froilán Vázquez tomado como rehén.

- El 25 de abril de 1974, MONTONEROS vs. grupos de la derecha peronista en violento tiroteo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, al asumir el decanato la dirigente Montonera de superficie Adriana Puiggrós (Hoy promocionada "experta en educación")

- El 27 de abril de 1974 el ERP asesina al ex Juez Federal Quiroga, en la Capital Federal. Había integrado la Cámara Federal antiterrorista disuelta por el Congreso Nacional en 1973, quedando sin empleo, jubilación alguna e indefenso.

- El 29 de abril de 1974 el ERP libera al dirigente de la ESSO Sr. Víctor Samuelson, quien estaba en cautiverio desde el 6/12/73 ( rescate 12.000.000 dólares ).

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"El significado de una multitud"

 

por Víctor E. Ordóñez

El jueves 1 de abril se registró un fenómeno nuevo y extraño en el país. Más de 200.000 personas se congregaron frente al Congreso Nacional para reclamar a los legisladores --en ese momento mayoritariamente ausentes-- que se adopten las modificaciones normativas pertinentes para poner fin a la ola de delincuencia que desde hace años viene estremeciendo a la sociedad. En rigor, el motivo de la convocatoria era inferior a la necesidad de la gente allí reunida de expresar su disconformidad y de pedir más seguridad y, en definitiva, clamar por un Estado más eficiente. Lo que no significa que la motivación en sí no fuera nobilísima.

Los hechos son harto y dolorosamente conocidos. Un joven, Axel Blumberg, fue secuestrado y asesinado en circunstancias confusas. El padre de la víctima, superando su inasible pena, decidió organizar esta protesta que, posiblemente, resultó más masiva de lo que los propios inspiradores de la misma supusieron. En realidad, más que una protesta fue un acto, un primer acto, de resistencia.

Pero si ésta fue la razón precipitante de la presencia de miles de ciudadanos --a los que habrá que sumar muchos otros en varias ciudades del interior--, no se precisa recurrir a análisis sociológicos demasiado detenidos para concluir que, detrás de semejante movilización, existían otros factores que pocos querrán tomar en consideración.

Se trató de la punta de un iceberg y es del interés nacional en saber qué hay debajo. Por lo pronto, se advertirá que, en estos tiempos de indiferencia política y de cansancio social, no es habitual la reunión de tal cantidad de personas en torno a un programa de objetivos sensatos, pero no acotados y un tanto indeterminados.

De hecho, hoy nadie en la Argentina --ni siquiera aquellas agrupaciones que disponen de una infraestructura apropiada para lograr grandes concentraciones-- está en condiciones de conseguir algo parecido. A todos nos consta que los partidos políticos, los disciplinados y fanáticos organismos de derechos humanos, las bandas piqueteras ni los mismos sindicatos obreros tienen ni de lejos similar capacidad de convocatoria. Y menos el grado de espontaneidad con que contó la marcha del primer día del mes y que conmocionó sin incidentes a la Capital.

Pero hay que agregar que, aparte y más allá de la fuerza emocional que arrastró a los manifestantes --en definitiva, no fue este caso el único secuestro que termina en un homicidio--, existieron otros factores en la génesis de esta multitudinaria manifestación.

En realidad, la gente se fue acercando a la Plaza de los Dos Congresos por razones que comprendían a todos los presentes en un amplio abanico pero que, al mismo tiempo, los superaba. Y, si se permite dar un paso más, se podría decir que --quizás por primera vez-- la muchedumbre se agitó por aspiraciones desconocidas para sí misma, actuó por fuerzas inconscientes, pero que, en todo caso, estaban vivas y presupuestas en los concurrentes. Se notaba en esas personas --la mayoría de las cuales no eran afectadas directas por algún delito-- un ánimo de queja y de disconformidad, una sensación de marginación del poder, una impresión de desamparo, un sentimiento de temor; sospecha, duda, desconfianza se entremezclaban en los corazones de esos argentinos que, en una palabra, se sabían y se saben carentes de representación en un Estado sólo y apenas formalmente democrático.

Esta es una legítima conclusión a sacar: aunque no se lo haya dicho y aunque no se lo quiera reconocer, el dato a rescatar es que el sistema representativo --que es de la esencia de la democracia-- está quebrado en la Argentina y no lo disimula ni explica el hecho que lo mismo ocurra en el resto de Occidente.

La realidad es escueta y contundente; sólo hace falta percibirla y acatarla. La sociedad tuvo que ir por afuera del sistema, desbordando los partidos y desconociendo la representatividad que ritualmente otorga en cada elección para llegar hasta el poder, hasta el nivel de decisión; que, ante lo ineludible del reclamo multitudinario, no pudo seguir haciendo oídos sordos.

La realidad se llevó por delante a la indiferencia, a la pasividad, al desgano que signan nuestros gobiernos insensibles a las verdaderas necesidades generales. Esta vez, la realidad fue política, concreta, mensurable, espontánea, no mediática ni manipulada. Bastó una voz convocante --la de un ciudadano anónimo que había perdido su hijo a manos de delincuentes acostumbrados a la impunidad-- para que se reaccionara con rabia, quizás una rabia fatigada, pero no por eso menos lícita ni atendible.

La sociedad daba muestras de cansancio e, imposibilitada de proceder de otro modo (los métodos democráticos dieron desde hace más de veinte años muestras de estar clausurados), salió a ocupar las calles céntricas para manifestar su solicitud de cambio y su derecho a ser escuchada. ¿Cambio de qué? Antes que nada, de los mecanismos de seguridad, sospechados de una perversión que los paraliza y los vuelve contraproducentes. Y también cambios en la represión de los delitos, que exige más severidad en la sanción y menos contemplación en la conducta criminal que se gusta atribuir a influencias sociales, criterio que termina disculpando y exculpando los peores comportamientos.

La muchedumbre del 1 de abril se quejaba y rechazaba el ordenamiento garantista --rayano en la complacencia-- que acaba de ser instalado en la Corte Suprema. He aquí, pues, un típico acto de prepotencia presidencial, al imponer en el más alto tribunal a sus dos candidatos --ambos pertenecientes a la llamada escuela finalista--, obviando las miles de objeciones que recibieron, en incumplimiento del promocionado decreto 222/03, que decía regular la designación de tales jueces. Una especie de democracia directa hizo saber al gobierno cuál es su posición y voluntad en la materia.

¿Por qué esperar a los próximos comicios para saber qué se debe hacer al respecto y qué es lo que la sociedad reclama?

Cierto es que algunos responsables, como el gobernador Felipe Solá, se mostraron más oportunistas que sensatos al reconocer que habían cometido numerosos errores en las políticas represiva y preventiva y encararon reformas que probablemente tampoco contribuirán a la contención del delito.

Y no es menos cierto que, al haber actuado por la enorme presión que importó la marcha (como expresamente lo admitió), demostró la misma falta de idoneidad y la misma improvisación con que viene procediendo a través de los sucesivos cambios de ministros del ramo. Por ejemplo, la designación de la vicegobernadora para ocupar provisoriamente la cartera no constituyó una actitud alentadora; porque, en efecto, la señora Giannettasio no acredita el mínimo antecedente sobre el particular; y más alarmante es que ésta haya llamado para su asesoramiento al Dr. Arslanian (ahora ministro), justamente quien introdujo un Código Procesal Penal en la provincia altamente permisivo, al que no pocos atribuyen el incremento del índice criminal.

Actitudes como éstas --que se repiten en otras órbitas, inclusive en la nacional-- llevan a la sociedad al desaliento porque comprueban el grado de ineptitud y hasta de frivolidad de sus gobernantes. Estos deberían comprender que no se puede tapar el cielo con un harnero.

Pareciera, asimismo, que se reaccionó --agreguemos que de un modo mucho más civilizado que el habitual en los últimos tiempos en los que las turbamultas de Castells, de D'Elía y afines suelen acompañar sus protestas con actos de saqueo-- no tanto contra un gobierno determinado, sino contra un Estado que fue perdiendo legitimidad a medida que cayó en abandono o mal cumplimiento de sus funciones primarias; lo que se debe tanto a falta de idoneidad como a un exceso de preocupación ideológica --una suerte de autismo-- que hace que los dirigentes piensen más en sus maniobras que en el bien común.

No hemos de dejar de señalar --lo que es el indicio más vivo de otro aspecto de la realidad nacional actual-- la ausencia de las organizaciones de las Madres, Abuelas, CELS, HIJOS y esa multiplicación de entidades bien rentadas que afirman defender los derechos humanos. Preguntamos qué entienden ellos por derechos humanos si no son los de seguridad y de justicia, básicos para que los hombres acepten vivir bajo una autoridad.

Esa ausencia revela, por si hiciera falta, la naturaleza y la intencionalidad de esas agrupaciones que sólo se interesan por los derechos de los terroristas y por las indemnizaciones que perciben.

O sea que la gran marcha del 1 de abril --como sucedió más tarde con la del último jueves-- implicó, para quien la quiera o pueda ver con honestidad, un acto de sinceramiento de la sociedad que, de esta manera, sacó a la superficie sus anhelos y requerimientos que casi nunca coinciden con los de la clase política, abrumada por sus limitaciones y egoísmos.

¿Cuál es, pues, la Argentina verdadera y vigente? ¿La que expuso con serenidad y claridad su voluntad de obtener reformas adecuadas y sensatas para proseguir una convivencia racional y civilizada o la otra, que casi diariamente estalla de un modo convulsivo y sobreactuado pidiendo soluciones inmediatas y radicales sin ningún fundamento serio? ¿O la que reivindica el terror como forma de hacer política?

En la respuesta que se dé a este interrogante dependerá la legitimidad de un Estado que no debe contentarse con un origen legalizado en las urnas, suponiendo que lo esté. Hay otro tipo de legitimidad, que es el de gestión que nuestra partidocracia tiende a descuidar o desconocer, encerrándose en la primera.

"El rey estaba desnudo" es la realidad notoria que se venía ocultando y con la que el estamento político acaba de tropezar.

Una reflexión final, pero no menos importante. La reunión no tuvo un signo ideológico, de manera que nadie se lo puede atribuir: éste fue su punto fuerte y también el débil. Pero, con todo, sirvió para probar que, esta vez sí, "el pueblo unido jamás será vencido".

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