"Para escribir esta carta no me cabe otro mérito (si es que puede considerárselo como tal) que el de estar acostumbrado a exponer mis opiniones con franqueza, sin dobles intenciones y - muy importante - sin "doble discurso"…"

"…La Armada es parte indivisible de mi existencia. La he amado, la amo y la amaré hasta el fin de mis días, como a una verdadera bendición de Dios… Fue mi mejor escuela como profesional, como ser humano, como ciudadano, como esposo, como padre de mis hijos y hoy abuelo de mis nietos.

"Por eso entiendo tu sufrimiento, hombre de armas desconocido al que me estoy dirigiendo. Porque tú amas a la Institución a la que perteneces y, a través de ella, a esa Patria que los gobernantes ni siquiera mencionan como tal, tal vez traicionados por su subconsciente.

"Tú te sientes patriota y actúas de esa manera. Sigue haciéndolo, que no te equivocarás, aunque haya otros argentinos que pregonen su patriotismo pero no lo practiquen.

"No te sientas, eso sí, el dueño único de la verdad. Deja que los demás declamen la suya, aunque no la compartas. Actúa como patriota. Tan sólo eso te llevará a la verdad. Aprende de los errores de tus superiores, para no repetirlos cuando la responsabilidad del mando sea tuya. Y aprende a comprender los errores de tus subordinados, para poder guiarlos por el mismo camino que tú has emprendido.

"Pero jamás olvides que autoridad es sinónimo de prestigio. Y éste lo ganarás únicamente a través del ejemplo constante, permanente, inclaudicable. Ese ejemplo que nace del respeto irrestricto al espíritu de las normas reglamentarias, aprovechando sus formas visibles para ponerlo de manifiesto. No te calles nunca las verdades que bullen en tu pecho, pero canalízalas a través de los reglamentos. No importa que en algunos casos te parezca que caen en saco roto; ello nunca ocurre, porque siempre abonan el camino de la verdad.

"No te dejes seducir por los oropeles con que las circunstancias puedan rodearte. No valdrás más porque tengas mayor jerarquía u ocupes determinados puestos. Por el contrario, corres el riesgo de perder tu prestigio, es decir, tu autoridad. Algunos hombres de armas se marean con las alfombras rojas, sin darse cuenta que con eso sólo ya están dejando de ser fieles a su juramento y a su vocación.

"Hoy por hoy en las Fuerzas Armadas nadie duda - tú tampoco - de que es necesario respetar la Constitución que los gobernantes pisotean a diario. Por eso mismo debes comprender que detrás de ese malhadado accionar de los hombres públicos está al acecho un grupo de hombres y mujeres que de argentinos solo tienen el nombre. Son los que sueñan con la democracia como paso previo a la dictadura del proletariado.

"Son los que necesitan debilitar primero para destruir después, a las F.F.A.A. de la Nación. Te hablan de democracia, pero votan a favor de Fidel Castro. Te exigen disciplina, pero admiran al régimen sandinista de Nicaragua. Te piden verticalidad en el mando, pero socavan permanentemente las bases en que éste se apoya. Te hablan de estado de derecho, pero te imponen las más groseras violaciones al espíritu de las leyes y a la filosofía del Derecho.

"Te piden sacrificios y renunciamiento, y corrompen - cuando no se enriquecen personalmente - a la sociedad en que vivimos. Se dicen defensores de la familia, pero sutilmente acostumbran a los niños a que es el Estado quien debe alimentarles. Exigen verdad en todos tus actos, mientras mienten descaradamente en los suyos. Te reclaman eficiencia en tus tareas, pero gastan millones de dólares que serían necesarios para lograrla, en gigantescas campañas de auto-propaganda. Se llenan la boca hablando de libertad de expresión, pero manejan incansablemente los medios de comunicación, ya sea por vías directas o indirectas. Pregonan la cultura popular mientras invaden el país - como nunca - con expresiones extranjerizantes de todo tipo.

"Utilizan la palabra soberanía como moneda corriente, mientras destruyen sistemáticamente todo lo que ella representa. Tus asesinos de ayer gozan hoy de libertad o son considerados presos políticos, mientras a ti te llaman - aviesa e impunemente - genocida o torturador. Mientras hablan en nombre del pueblo al que diariamente castigan con más y más pobreza, aprovechan para humillarte, manosearte, insultarte y menospreciarte.

"¿Crees que todo esto es casual?. Personalmente, me niego a aceptar que sea así. Pero no te engañes; están buscando tu reacción desesperada, para destruirte mejor. "Divide y reinaras"; ese es su precepto fundamental. Por esa misma razón hay que tener más templanza que nunca. No les des el gusto de caer en sus trampas.

"Aprieta los dientes y ponte codo a codo con tus camaradas de armas, aún con aquellos con quienes disientes, no dando jamás la espalda al enemigo. Aférrate a los reglamentos, una y otra vez, sin desfallecer. Sólo así hablarás el mismo idioma de tus superiores y tus subalternos. Para preservar las Instituciones, con el fin de contribuir a la salvación de la Nación.

"No te calles. Pero no te salgas de lo que marcan las leyes y reglamentos. Dios te bendiga por seguir teniendo el mismo sentimiento nacional que nos legaron nuestros mayores.

"El pueblo argentino, tarde o temprano, lo comprenderá.