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Índice de la fecha

1 - Cartas de lectores de La Nación: “Respuesta al cónsul”, por Vicente Massot.

2 - El análisis político y económico de los doctores Vicente Massot y Agustín Monteverde: “Kirchner, Blumberg y el peso de la realidad”.

3 - Mails de lectores: “Acerca de la pérdida de nuestra condición de República", por Jorge Osvaldo Troitiño.

4 - La Justicia que tenemos - “Presentación efectuada por el Dr. Torres de Tolosa ante la Corte suprema de Justicia”.

5 -  Carta de lectores en La Nación: “No prescriben”,  por Horacio Salduna.

6 - Mails de lectores: “El día ayer fue ciertamente nefasto, pero solamente temporario”, por Ricardo Santos

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  1 – Cartas de lectores de La Nación

“Respuesta al cónsul”

por Vicente Massot

Señor Director:

"El sábado 14 del actual, el señor Héctor Timerman, en la actualidad cónsul general argentino en Nueva York, ensayó a expensas de quien esto escribe una serie de infundios y mentiras a designio, que no puedo ni quiero dejar pasar. Menos por quien me acusa -cuyos antecedentes me eximen de mayores comentarios- que por el hecho de haber sido publicada la carta en su prestigioso diario. Se agravia el cónsul porque la articulista del Wall Street Journal, Mary Anastasia O´Grady en un artículo acerca de la violencia en la Argentina hace mención a un libro sobre el tema que publiqué el año pasado. Timerman no entra en el fondo de la cuestión, sino que, prescindiendo de considerar si la cita de mi libro era correcta o no, me acusa de haber colaborado en publicaciones de carácter fascista y antisemita en la década del 70. Entre 1972 y 1976 formé parte del staff de algunas revistas del nacionalismo católico -si acaso a eso se refiere- cuya línea editorial no pasaba por la reivindicación del fascismo o del antisemitismo, sino por la defensa de las raíces fundacionales de la Argentina y la oposición a las bandas subversivas marxistas.

"No terminan ahí las falsedades. Me acusa, también, de ser vocero de la violencia. Ignoro a qué se refiere, pero es una manifiesta inexactitud. En eso de «mentid, mentid, que algo quedará», Timerman es un experto.

"No contento con lo anterior, dice, muy suelto de cuerpo, que fui echado del cargo de viceministro de Defensa, que ocupé en 1993, por hacer la apología de la tortura. No me despidieron, renuncié -como podrá constatar cualquiera que consulte los diarios de la época- y, excuso decir, que lo de la tortura es un invento más de la febril imaginación del cónsul. Al carecer de argumentos, inventar es el único recurso que le queda.

"Respecto de la cuestión de fondo, la columnista O´Grady escribió: «El comentarista político argentino Vicente Massot, en su libro ´Matar y morir´, de 2003, cuenta que de mayo de 1973 a marzo de 1976 hubo 5079 ataques terroristas. Considera que hubo 400 muertos en ese período, incluidos casi 100 civiles». En realidad, si el señor Timerman se hubiese tomado el trabajo de leer no el libro completo -que no tiene por qué hacerlo-, sino el párrafo específico -que debiera conocer si pretende descalificarlo-, se habría dado cuenta de que esos índices de violencia, que yo sólo reproduje, fueron anunciados en una conferencia de prensa, el 20 de junio de 1975, por el entonces ministro del interior, Alberto Rocamora, del gobierno constitucional presidido por la señora de Perón. No me extraña su ignorancia. Me preocupa, eso sí, su superficialidad en virtud del cargo que ocupa.

"Por fin, Héctor Timerman parece dudar de mi condición de «analista político». Si no lo fuese, nada agregaría a mi nombre ni a mi honor, pero me dedico, entre otras cosas, al análisis político. Si lo hago bien o mal no me toca a mí decidirlo. Lo que nunca hice, eso sí, fue aprovechar la amistad presidencial para beneficiarme con un cargo público en el exterior."

Vicente Massot

[email protected]

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2 – InC. Massot / Monteverde & Asoc. 24/8/04 [email protected]

El análisis político y económico de los doctores Vicente Massot y Agustín Monteverde

“Kirchner, Blumberg y el peso de la realidad”

Los ideólogos suelen menospreciar la realidad creyendo pertinente edificar, a sus expensas, una realidad sustituta, en consonancia con el recetario de teorías que preside todas sus acciones. Los realistas, en cambio, no parten de la base de que la realidad sea inmodificable pero, aún en el caso de aquellos que pretenden modificarla, nunca devalúan su importancia. Néstor Kirchner, como en tantas otras cuestiones, no tuvo en cuenta el peso de la realidad en materia de seguridad pública durante el primer año de gobierno.

Instalarse en la Casa Rosada e inaugurar, en conformidad con un discurso garantista, la política más permisiva y progresista de las últimas décadas fue una y la misma cosa. La experiencia duró doce meses, poco más o menos, y luego comenzó a hacer agua por los cuatro costados. No solo los piqueteros escalaron en sus desmanes, disparando la reacción de una sociedad cada día menos tolerante respecto de sus violencias y extorsiones, sino que la delincuencia se adueño de la calle y generó un miedo colectivo que llegó a sus topes con el secuestro y posterior asesinato de Axel Blumberg.

El crimen del joven mencionado significó un antes y un después que el gobierno, enredado en sus telarañas ideológicas, no supo interpretar. Cuando lo hizo, tarde, el fenómeno había ganado la calle y arrinconado a una administración que no salía de su asombro respecto de la convocatoria popular que había generado el padre de la víctima.

Algo cambió para siempre en la percepción del presidente el día que debió asistir, no sin impotencia, al espectáculo de una manifestación de más de 200.000 personas que, desbordante de temor, desbordaba —valga la redundancia— todas las previsiones oficiales en cuanto a su envergadura. Kirchner, acostumbrado a ideologizar las cuestiones de seguridad, no echó en saco roto, sin embargo, el peso de Blumberg y lo que significaba como fenómeno popular.

Tomar conciencia de ello y comenzar un viraje en redondo en cuanto a política que había desenvuelto hasta ese momento fue todo uno. Es que, haber persistido en el camino inicial, lo hubiese enfrentado a la opinión pública de las clases medias urbanas de la Capital Federal y del Gran Buenos Aires, algo que no estaba dispuesto a permitir. Fue por eso que ordenó a su tropa parlamentaria acompasar su discurso y sus votos con las exigencias de Blumberg para modificar de raíz el conjunto de leyes garantistas vigentes.

Más aún, para completar el viraje antes señalado, en el curso de la semana que acaba de terminar obró una serie de cambios con la esperanza de acotar los efectos de la marcha del próximo jueves 26 de agosto.

Por de pronto deshizo, de un plumazo, el organigrama ministerial y devolvió la Secretaría de Seguridad al Ministerio del Interior sin consultarlo siquiera con el titular de la cartera que perdía esa secretaría, Eduardo Rosatti, ni tampoco con el que pasaba a ganarla, Aníbal Fernández. Como quiera que fuese, la medida comenzaba a demostrar un cierto realismo pues la seguridad se corresponde mejor con la cartera del interior que con la de justicia. Pero, al mismo tiempo, Kirchner hizo algo más importante y, ciertamente, más arriesgado, acicateado seguramente por la carta que le había dirigido Susana Garnil y que implicó, para él, un golpe en la línea de flotación: anunciar que se ponía al frente de la lucha contra la inseguridad.

Mas allá de que Aníbal Fernández asuma una responsabilidad que puede catapultarlo a la gobernación de Buenos Aires —si sale airoso del compromiso— o sepultarlo para siempre —si no logra triunfar allí donde sucumbió sin pena ni gloria Gustavo Béliz— lo cierto es que el desafío de ponerle coto a la ola de criminalidad que agobia al país, en general, y a la Capital y al Gran Buenos Aires, en particular, es ahora de Néstor Kirchner. Tras meses de jugar al gato y al ratón con una realidad que se negaba a tomar en serio, el presidente no pudo eludir las consecuencias de la muerte de Blumberg y de una serie de secuestros que durante las últimas semanas tuvo en vilo a todos.

El intento, torpe por donde se lo mire, del ministro Alberto Fernández de cruzarse en el camino de Susana Garnil y ensayar una crítica respecto de la madre que acababa de enviarle al presidente la andanada crítica más fuerte que recibiera desde mayo del 2003, demostró a las claras que no había más espacio para esquivar la realidad. Si Kirchner elegía tomar distancia del tema, llevaba las de perder. Al dar un paso al frente cargó sobre sus espaldas un compromiso de resultado incierto. Porque si algo es imposible de anticipar es cómo evolucionará el problema de la inseguridad.

Es tal el deterioro social y tales las falencias del Estado, que solo una cosa puede darse por segura: no habrá soluciones rápidas ni mágicas. Los tiempos de la gente son perentorios; los tiempos del gobierno son, en el mejor de los casos, de mediano plazo. Dicho en otros términos: la sociedad no toleraría indiferente un nuevo secuestro seguido de muerte en la Capital Federal o el Gran Buenos Aires. El gobierno no puede, por mucho que se esfuerce, garantizar que en las próximas semanas o meses no habrá otro episodio de esos que erizan la sensibilidad ciudadana y disparan reacciones de difícil pronóstico respecto de sus alcances.

Además, a la manifestación del jueves 26 - que sin lugar a dudas será multitudinaria (*) -  se le han sumado los últimos dos secuestrados notorios, con lo cual ya no es Juan Carlos Blumberg la única cabeza visible del fenómeno que más preocupa al gobierno y a sus aliados de izquierda, sino que ahora Gustavo Gaita y la familia Garnil flanquearan a aquel en sus reclamos, dándole un espaldarazo a la causa común que la potenciará hasta límites insospechados. Entre otras razones porque al gobierno se le hace imposible criticarlos sin malquistarse con esa opinión pública que lo desvela.

Es notable como Kirchner se cuida de no antagonizar al ingeniero Blumberg y, por el contrario, trata de seducirlo. En ello acepta por primera vez la realidad y no se deja ganar por la tentación ideológica de acusarlo —como lo hacen sus principales aliados ideológicos— de reaccionario, fascista o insensible ante del dolor de otras víctimas. No porque en el fondo no coincida con ellos, sino porque no tiene más remedio que ponerse al frente de la lucha —que hoy encarna mejor que nadie Blumberg— o pagar un precio altísimo.

De momento y desoyendo insinuaciones cada vez más extendidas de dirigirse el jueves a Plaza de Mayo y exigirle al presidente de la Nación que redoble su compromiso, Juan Carlos Blumberg se atendrá a su idea original: del Congreso marchar a la Casa de la Provincia de Buenos Aires y expresar allí su reclamo a Felipe Solá. Por ahora le será posible disuadir a esos manifestantes que desean caminar hasta la Casa Rosada.

Pero, como explicamos antes, la asimetría de los tiempos de la gente respecto de los del gobierno es tan evidente que, tarde o temprano, Kirchner deberá asimilar - vaya a saber con que ánimo - como una gigantesca manifestación se agolpa en la Plaza de Mayo con el indisimulado propósito de hacerle sentir el rigor de su hartazgo.

Es solo cuestión de tiempo. Por ahora habrá que analizar qué pasa el jueves.

Hasta la semana próxima.

* Nota de Prensa Independiente una hora después de la marcha: efectivamente, fue multitudinaria - al menos 125.000 personas según todos los cálculos serios, con más  de media plaza llena y la Av. Callao repleta de gente de pared a pared hasta Corrientes -  pese al patético intento del jefe de policía en la TV hace minutos de calcular solo 30.000 asistentes (¿obediencia debida señor comisario?), desinformando al pueblo de la nación en forma vergonzante.

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3 – Mails de lectores

“Acerca de la pérdida de nuestra condición de República"

Sres. de Prensa Independiente:

No puedo menos que felicitarlos por la más que acertada definición (nota del ejemplar 552) acerca de la pérdida de nuestra condición de "República" ante el fallo de la SCJ que viola el artículo 18 de nuestra maltratada Constitución (y de toda la jurisprudencia del derecho del mundo occidental en cuanto a retroactividad de aplicación de la ley).

Algunos se solazan por que piensan que eso afectará a militares como yo y a miembros de las fuerzas de seguridad y policiales que ejercieron el rol del Estado en la guerra revolucionaria de las décadas 60/80, a muchos no les importará por que no entienden de eso, en su mayor parte han perdido la noción de lo que es justicia y orden público por que el Estado ha dejado de brindarlo, y otros, que sí entienden, muy posiblemente pasarán el tema por alto pensando que el foco de esta medida es un grupo de más de 2000 "milicos", la mayoría en su 3ª edad, muchos muriéndose como días atrás lo hizo el respetable y respetado Sr. Almirante D. Armando Lambruschini.

Veremos que sentirán los indiferentes cuando dirigentes políticos sin condiciones para serlo, las grandes mafias, las poderosas  corporaciones o los países dominantes consigan que se aplique esa jurisprudencia a su arbitrio.

Monseñor Carreras, un santo varón y sacerdote de agallas y arrastre decía sobre los límites de la conducta: "No hay que llegar a ellos y mucho menos traspasarlo ni un poquito, por que allí dejaron de ser límites y ya no hay freno posible, como no sea una conciencia y una conducta extremadamente fuertes y firmes, cosa que no es común".  En esto traspasamos ese límite.

Vuelvo a felicitarlos por tener claridad para expresarse y coraje para hacerlo.

Los saludo muy atentamente:

Jorge Osvaldo Troitiño

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4 – La Justicia que tenemos

“Presentación efectuada por el Dr. Torres de Tolosa

ante la Corte suprema de Justicia”

En el día de la fecha me presente "in forma pauperis" en la Corte Suprema en la causa A-869/01 caratulada "ARANCIBIA CLAVEL, Enrique Lautaro s/ recurso de queja".

El motivo de la presentación es que, según diversos artículos periodísticos, la Corte se proponía declarar la imprescriptibilidad de los hechos ocurridos en los años setenta, aplicando la Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad de 1968, aprobada por nuestro país recién en 1995, mediante la ley 24.584.

Por lo tanto, tratándose de una ley ex post facto no puede ser aplicada en nuestro país, ni en el mundo civilizado.

La interpretación que la Corte le pretende dar - según los artículos citados - contradice el Estatuto de Roma de 1998, aprobado en nuestro país mediante la ley 25.390.  Tanto en el Estatuto como en la ley se establecen los principios de nullum crimen sine lege, nulla poena sine lege, irretroactividad de la ley penal y el de non bis in idem.

Habida cuenta de lo señalado, me presenté en la causa señalada solicitando se declare la prescripción de la acción penal respecto de los hechos ocurridos en el período 1976/1983, ofreciendo además prueba de que la prescripción ya había sido decretada respecto de los mismos hechos en el año 1998, existiendo sentencia firme con carácter de cosa juzgada material.  Por ello, también es de aplicación el principio de non bis in idem.

Asimismo solicité fotocopias certificadas de toda la causa para realizar una presentación ante el Tribunal Penal Internacional, habida cuenta que en nuestro país existen personas privadas ilegalmente de su libertad, sin que sus reclamos sean escuchados.

 Atentamente,

 Gonzalo Torres de Tolosa

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5 – Carta de lectores en La Nación, por Horacio Salduna

“No prescriben”

Señor Director:

Dando satisfacción a los pedidos del Poder Ejecutivo, la nueva Corte Suprema, que dicen es independiente, no como la otra, ha fallado en el sentido de que los llamados “crímenes de lesa humanidad” no prescriben con el tiempo. Ello permitirá el enjuiciamiento de miles de miembros de las fuerzas armadas y de seguridad por hechos supuestamente ocurridos hace treinta años.

Deseo recordar que el Tribunal Penal Internacional (La Haya), al cual suelen referirse nuestros trasnochados izquierdistas cuando así les conviene, establece que los “crímenes de lesa humanidad”, que son los de su incumbencia, son prescriptibles con el tiempo. El Estatuto del Tribunal Penal Internacional, aprobado en Roma el 17 de julio de 1998, dice:

“Articulo 11: Competencia temporal. 1. La Corte tendrá competencia únicamente respecto de crímenes (de lesa humanidad) cometidos después de la entrada en vigor del presente Estatuto.”

Esto significa que si se fallara a favor de la prescripción de los llamados crímenes de lesa humanidad sería imposible intentar apelar ante el Tribunal Penal Internacional. Ello significaría la definitiva libertad de todos los inculpados. Eso es lo que no se quiere y explica el fallo de nuestra Suprema Corte.

                            Los asesinos que comenzaron el tiempo de violencia y muerte de los años 70 como Firmenich, Vaca Narvaja, Gorriarán Merlo, Perdía, Bonasso tendrán en cambio libertad eterna.

A eso llama el presidente Kirchner lograr la pacificación en base a “la verdad y la justicia”.

Horacio Salduna

[email protected] 

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6 – Mails de lectores

“El día ayer fue ciertamente nefasto, pero solamente temporario”

De [email protected]

A: [email protected] 

Fecha: 24 de agosto del 2004

Asunto: Su ejemplar N° 553 (del 24 de agosto, nota 1- ¨Fecha nefasta, a no olvidar jamás: La Argentina ha dejado de ser una República¨)

El día ayer fue ciertamente nefasto, pero solamente temporario ya que ha permitido que, cuando el tradicional péndulo de la política argentina vuelva hacia el otro lado, los miembros de la Nueva Corte Suprema estarán en condiciones, por haber votado tal disparate, de ser removidos por el próximo jefe de gabinete o primera dama, o ambos juntos y a la vez. Las excusas serán las mismas que se usaron para que pudiesen entrar en la Nueva Corte.

El próximo gobierna también se encargará de bajar los cuadros que reemplazaron a otros, de pedirle disculpas a la Dra. Garnil por las insolencias con las que le contestaron, etc.

No dejemos olvidar que la insolencia es la herramienta más eficaz para ocultar la ignorancia y la incapacidad.

Ricardo Santos

Mendoza

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