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"Deben escuchar todas las voces para alcanzar la verdad"

Estimados y fieles amigos:

La historia NUNCA es oficial, ni unívoca. Ello quedó demostrado ayer por el joven abogado marplatense Nicolás Márquez, quien con sus 29 años y luego de una larga investigación de 5 años, decidió conocer "La otra parte de la verdad" de la guerra vivida en nuestro país y que Kirchner sólo ve con un solo ojo.

Educar a las jóvenes generaciones es un deber más que un derecho. Deben escuchar todas las voces para alcanzar la verdad. Y Nicolás ayer completó la historia.

Algún legislador nacional o de las ciudades de nuestro país debería incorporar "La otra parte de la verdad" a la investigación curricular de los futuros profesionales, quienes tomarán nuestra posta y decidirán que será de la argentina.

Al Dr. Nicolás Márquez, mis sinceras felicitaciones.

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"La otra parte de la verdad"

- Presentan libro sobre la década del 70 y la guerra civil -

Ayer miércoles 19 de mayo se realizó la presentación de este libro sobre la década del 70 y la lucha antisubversiva.

Actuaron como Panelistas: Florencio Varela (abogado) , el autor Nicolás Márquez, Karina Mujica (Grupo ¨Memoria Completa¨ ), y Vicente Massot, director del diario ´La Nueva Provincia´ de Bahía Blanca. El libro rescata documentos históricos sobre el verdadero número de los desaparecidos, rebate la apropiación sistemática de bebes y muestra un extenso listado de LOS DESAPARECIDOS EN LA DEMOCRACIA.

Su autor es Nicolás Márquez, un joven abogado de 28 años, quien realizó una investigación durante 5 años y demuestra en el libro que no existió un plan de apropiación de bebés sistemático, ni que hubieran 30 mil desaparecidos. Su óptica histórica, sin espíritu beligerante, a diferencia de otros libros escritos desde el sector subversivo, rescata algo que muchos gobiernos intentan ocultar: "LOS DESAPARECIDOS EN LA DEMOCRACIA "

Este libro, muestra una larga lista de "Desaparecidos" por los que nunca fueron indemnizados sus familiares y a los que nunca se recuerda; fueron muertos durante la democracia entre 1973 y el 23 de Marzo de 1976. Como lo expresa su titulo, "La otra parte de la verdad", una verdad que no quiere ser mencionada. Muchos de los responsables políticos por estas muertes, SON AHORA LEGISLADORES Y FUNCIONARIOS... la pregunta es: ¿Habrá derechos Humanos para los familiares de esas víctimas ?

Es un libro interesante que seguramente traerá polémica o el silencio de la censura, tiene el prologo del abogado Florencio Varela y de un combatiente montonero Miguel Ángel Peña.

Cabe destacar que el libro se financió mediante un mailing en cadena de amigos. Se enviaron varios correos electrónicos a conocidos y se pidió la compra adelantada para poder editarlo. De esta manera 500 personas aportaron la compra de varios libros, sin saber siquiera del contenido ni conocer al autor. De esta forma espontánea masiva se llegó a una edición de 10 mil ejemplares.

En un auditorio de poco mas de 300 personas, se rescataron varios puntos durante las presentaciones, como "la persecución sistemática a las fuerzas armadas, que personajes como Verbitsky, puedan decidir que policía queda o no en la Institución" y se planteó además la afrenta a los símbolos Patrios, al arriarse la Bandera Argentina y colocar la bandera del Che Guevara en una institución militar como es la ESMA. Algo que marcó a fuego ante la opinión argentina y mundial al gobierno del Néstor Kirchner.

Por otra parte, también se rescató el valor histórico y documental del libro, la consideración de que fue una Guerra Civil y el fracaso de la sociedad que eso implica. Se recordó que los combatientes se creían parte de una milicia regular, por ejemplo el ERP - Ejército revolucionario del Pueblo´ - y los grados militares de los combatientes del que llamaban ´Ejército Montonero´ .

En definitiva es muy interesante leer este libro y en particular los documentos que lo respaldan. Deja muy mal posicionada a la tesis de los 30.000 desaparecidos y a los políticos responsables de los desaparecidos en democracia.

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Mal que les pese al Presidente y a sus adláteres pseudo-progresistas, las FF.AA. de la Nación fueron, son y serán la columna vertebral de la argentinidad.

Son instituciones salvaguarda de lo permanente, inalterables por las mareas y los vaivenes de la política. Son sustantivas, fundacionales y fundamentales en el orden de la sociedad, cimiento y garantía del Estado, de su supervivencia, del orden institucional y de la actividad política en su más noble acepción.

Están directa y entrañablemente unidas al pueblo del que nacen y a sus demás instituciones fundamentales. Polarizan su atención en la seguridad y la defensa - actividades que les son específicas - y son consustanciales con la existencia de la Patria misma. Son custodia de las instituciones republicanas; en situaciones límite constituyen el último "argumento" en las Relaciones Internacionales y el último pilar de la continuidad social y la supervivencia del Estado.

Sin embargo, como son instituciones formadas por hombres que viven y provienen de la sociedad a la que sirven y pertenecen, están sujetas a las pasiones y errores humanos.

Los golpes militares de los últimos setenta años son una prueba de ello. No obstante, como atenuante de estas transgresiones a la ley y a la Constitución, podemos señalar que estos siempre se produjeron cuando la sociedad civil, implícita o explícitamente, forzó estas rupturas al orden constitucional ante situaciones de graves crisis políticas o institucionales, muchas veces por una desembozada instigación de los políticos de turno o, al menos, por sus gravísimas falencias en la acción de gobierno.

Los analistas políticos expresan dos causales decisivas y concurrentes para que ello ocurra: falta evidente de liderazgo político y manifiesta incapacidad de las instituciones republicanas para brindar soluciones en ocasiones de graves conflictos de la sociedad.

A fin de no bucear demasiado lejos en la historia, nos remitimos al último gobierno militar. Las fuerzas vivas de la sociedad, los diversos factores del poder e incluso un enorme porcentaje del hombre común de nuestro país, clamaba por la intervención militar para dar fin al escandaloso y lamentable desgobierno de Isabel Martínez de Perón. El lector que en esos años, fuera aún muy joven, no hubiera nacido o que por otras causas tenga dudas al respecto, simplemente debería consultar los medios escritos de esa trágica época, teniendo en cuenta que no se lo debe analizar en abstracto, sino dentro del contexto histórico del momento.

Las dos causales señaladas anteriormente se manifestaron en ese gobierno abierta y claramente. Sin pretender justificar el golpe, a esas dos causales se les sumaba otra más de verdadera importancia: el intento de la guerrilla subversiva terrorista, de ideología marxista extrema revolucionaria, de derrocar al gobierno y suplantarlo, instalando un gobierno totalitario al estilo castro-comunista que derribaría, así, todas las garantías y libertades de nuestro sistema constitucional histórico, además de arrastrarnos a parecido atraso y miseria.

Y así llegó el 24 de marzo de 1976. Las FF.AA., ante la enorme presión - casi un clamor de gran parte de la sociedad -, ante un total estado de anomia, de anarquía, de desgobierno, de falta de liderazgo y de virtual estado de guerra, se hicieron cargo del poder.

El gobierno militar cometió aciertos y desaciertos. Las FF.AA. fueron sorprendidas por una guerra para la cual no estaban preparadas ni instruidas: no decidieron ni empezaron esa guerra. Los agresores fueron las organizaciones revolucionarias de guerrilla subversiva y terrorista, desde muchos años antes. La defensa de la Nación contra esta agresión fue ordenada legítima y formalmente por el gobierno constitucional de la Sra. de Perón en el año 1975. Fue una verdadera guerra, así lo tituló expresamente en su sentencia el tribunal que juzgó a los Comandantes en 1985.

Se cometieron muchos excesos de ambos bandos. Tal vez demasiados. Murieron y sufrieron muchos inocentes: la mayoría a manos de los terroristas. Las Fuerzas Armadas, con eficiente inteligencia y ante las usuales delaciones de los guerrilleros al ser apresados, rara vez confundían inocentes con terroristas. Muchísimos excesos y muchas muertes, pero las acciones terroristas contra la sociedad eran en un 100% excesos, por su naturaleza. Los excesos de las Fuerzas Armadas sucedieron por ocasionales desvíos o errores; su causa era justa y sus contrincantes no eran inocentes, eran los miembros del ejército revolucionario clandestino.

Muchísimos excesos y muchas muertes, insistimos, pero no más ni menos que en cualquier guerra de la cual se tenga memoria. Ese es justamente el drama de la guerra. Mueren personas que no tienen nada que ver y se cometen abusos y excesos propios de la violencia de los conflictos bélicos. Hay infinidad de ejemplos. Para no alargar esta nota simplemente menciono el bombardeo a la ciudad de Dresden, en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial. En una sola noche, la ciudad, sin objetivos militares, fue arrasada por masivos bombardeos aéreos con bombas incendiarias de fósforo blanco. Murieron 35.000 personas, casi todos civiles. Hechos como éste ocurren en todas las guerras.

No he oído de atrocidades ni de hechos aberrantes, salvo en la opinión interesada de los vencidos en esa guerra. Por parte de la guerrilla, hubo del orden de 1.500 muertos durante el gobierno constitucional de Perón y, posteriormente, de su señora - entre mayo del 1974 y marzo de 1976 -, y 6.950 más después del 24 de marzo de ese año (y no 30.000 como dicen los propagandistas de los subversivos derrotados). Se comprobó que unos 12 niños fueron apropiados por uniformados o civiles (y no 500 como dicen los subversivos), y que al menos 6 niños fueron apropiados por camaradas de los terroristas caídos, por los cuales nadie denuncia nada. Sin embargo, la metodología usual de las Fuerzas Armadas, que fue la que ordenó la cadena de comando fue derivar a los niños huérfanos a sus familiares biológicos o, en su defecto, a jueces de menores vía Casas Cuna. De esta manera, se entregaron decenas de niños, como lo indican las causas judiciales en curso. Estos datos son fácilmente comprobables.

La metodología que utilizaron las FF.AA. es semejante a la que utilizaron los franceses en Argelia durante la lucha en localidades. Curiosamente responde, también, al concepto de la lucha contra el terrorismo que proclamó el Presidente de los EE.UU. pocos días después del atentado del 11 de septiembre. El enemigo no es sólo el que pone la bomba o perpetra el atentado, sino también el que le da apoyo logístico y lo financia, y los simpatizantes que le dan refugio, protección y ocultamiento, el que chequea la rutina de la futura victima, el que publicita el atentado consumado, el que adoctrina y recluta futuros nuevos terroristas. En cualquier nivel, todos los miembros conocían, aceptaban y participaban, de diversas formas, en las siniestras técnicas terroristas.

La guerra fue ganada ampliamente. El objetivo de la guerrilla de instalar una república socialista fue impedido y la guerrilla fue aniquilada tal como fuera ordenado por el decreto Nº 2772/75 y con el amplio apoyo y el repudio de la ciudadanía. Hoy día, lo que esa guerrilla buscaba, ya no existe en la faz de la Tierra.

Poco tiempo después, el gobierno militar se desplomó como una fruta madura al querer recuperar las islas Malvinas mediante la fuerza y en contra de cualquier apreciación profesional y racional de la situación. Un terrible error de apreciación político-estratégica que costó 682 muertos argentinos y provocó muchísimos heridos y daños psicológicos, llevó a la primera derrota de las FF.AA. argentinas en la historia del país después de su independencia, pese al valor y al heroísmo evidenciado por los que participaron en ella. El gobierno cayó y, prácticamente, huyó del poder sin hacer pactos de gobernabilidad con el gobierno democrático entrante. Esto constituyó otro gravísimo error de la Junta Militar y, en definitiva, es lo que más incide en la política actual.

Y así llegamos al 24 de marzo de 2004. El Presidente Kirchner, quien se autoproclamó como perteneciente a esa "juventud idealista" de los 70, un ex simpatizante montonero de tercera línea, olvidó su alta investidura como primer magistrado de la Nación y dio rienda suelta a su rencor, resentimiento, odio y deseos de revancha hacia los vencedores de esa guerra fratricida, lo cual se agrega a otros gravísimos errores en su gestión como gobernante.

En este año 2004, en la semana de los actos de repudio al golpe militar del 24 de marzo de 1976, organizados por el gobierno del Dr. Kirchner, se cometieron hechos de una gravedad tal que probablemente puedan considerarse únicos en la historia de nuestra patria. Una serie de agravios y humillaciones a las FF.AA. que, seguramente, no tienen parangón en los anales de nuestro pasado.

En esa lamentable y triste semana, Kirchner no escatimó esfuerzos para ello. Desde el paseo por la ESMA días antes del 24 con los ex terroristas allí prisioneros, el lamentable acto en el Colegio Militar de la Nación, la reprimenda recibida por el Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea hasta el despojo a la Armada de las instalaciones de la ESMA, todo ello constituyó una encomiable obra de circo. Pero el circo no terminó allí. La obra cumbre tuvo lugar en la ceremonia central del acto especialmente preparado frente a la ESMA. Se buscaba satisfacer los rencores de no más de 15.000 izquierdistas recalcitrantes, entre los cuales se encontraban familiares y parientes de los asesinos, terroristas, secuestradores, asaltantes de bancos y comisarías, torturadores de víctimas de las revolucionarias cárceles del pueblo de aquel entonces.

Se convocó a toda la izquierda y a los piqueteros amigos del país para que asistieran al acto de la ESMA. Todo fue dirigido por la asesora en jefe del Presidente, Hebe de Bonafini, quien decidió quién podía concurrir al acto o no. Se pretendía llenar la Avenida del Libertador, pero el pueblo argentino les dio la espalda.

Con posterioridad al acto, una parte de los terroristas y subversivos de la década del setenta, sus familiares y simpatizantes, violentaron los accesos a la ESMA e ingresaron al predio cometiendo todo tipo de tropelías con un salvajismo pocas veces visto.

Los vándalos destrozaron vidrios, escritorios, bibliotecas, documentación, muebles y hasta los baños del edificio principal del nuevo ´Museo de la Memoria´. Saquearon todo lo que podían llevarse: computadoras, teléfonos, faxes, libros, placas de bronce, lámparas, etc. y pintaron leyendas ofensivas para la Armada y a favor de las organizaciones terroristas de esa década, en las paredes de las oficinas y de otros edificios y locales. La chusma descontrolada iba depredando y destrozando todo a su paso en una muestra supina de incultura, violencia y barbarie.

Son sencillamente incomprensibles las actitudes y la conducta de "nuestro" Presidente. Justamente él, quien debería ser prenda de paz, concordia y unión de los argentinos y quien, por otra parte, tiene entre sus deberes constitucionales el propender a la paz interior de la Nación, hace justamente lo contrario.

Pero lo que es verdaderamente una herejía sin paralelo es que el Comandante en Jefe de las FF.AA. argentinas, veje y ultraje a su propia tropa. Denostar y agraviar a las instituciones de las FF.AA. -como se hizo- es como agraviar a uno de los símbolos patrios, porque las instituciones de la Nación están incluso más allá que sus hombres, quienes, por cierto, tampoco merecen estas afrentas.

No obstante, la gran paradoja es que estas FF.AA. hoy no son exactamente las mismas que las que combatieron y derrotaron la agresión castrista en los años setenta. Son las mismas en cuanto a su culto al honor y la dignidad, a su cohesión, a su hombría de bien y a sus ideales republicanos, pero sus integrantes no son los mismos. Por una cuestión generacional y biológica los integrantes de las actuales FF.AA. son otras personas. Humillar a los jefes de estas Fuerzas ex-profeso es querer minar la autoridad de sus jefes y mandos. ¿Cuál es el sentido de tanta bajeza? ¿Puede ser que el odio, el resentimiento y el rencor se impongan de tal manera a la razonabilidad, al sentido común y al equilibrio que debe tener una persona, más cuando se trata del Presidente de la Nación?

El Presidente no sólo mancilló y humilló a las FF.AA. que comanda, sino que también permitió que se ultrajasen los símbolos nacionales. Con posterioridad al acto realizado frente la ESMA, la chusma arrió el pabellón nacional izando en su reemplazo la bandera de las Madres de Plaza de Mayo, y el escudo nacional que se encuentra en el edificio central de la ESMA fue tapado por una bandera roja con la imagen del terrorista por excelencia: el "Che Guevara".

El último punto del título de este artículo se refiere a los medios. Nadie duda de que en esta época tecnológica y cibernética, los modernos medios de difusión masiva constituyen el "cuarto poder".

No caben dudas de que los medios de difusión realmente independientes son los que controlan y hacen a una sana democracia. Cuando esa independencia no es tal, pierden todos: el país, nosotros, el verdadero periodismo, el futuro, la verdad...

El "cuarto poder" no cumplió con sus importantes funciones en forma responsable. Los hechos descriptos sólo recibieron un tratamiento similar al de cualquier otra noticia de carácter político. Fueron tratados en forma superficial, se les restó importancia y se hizo hincapié en que habría sido sólo un presunto ¨error político¨ del Presidente. Únicamente algunos pocos medios les dedicaron una editorial y pusieron de relieve el "sacrilegio" cometido con los símbolos patrios y las FF AA.

Agraviar de esa manera a las instituciones y a los símbolos patrios es casi un delito similar a la traición a la Patria. Tenga por seguro, Sr. Presidente, que estos graves ultrajes no quedarán impunes.

Usted y los que lo secundaron en esta triste comedia, en algún momento de la historia deberán rendir cuentas, quizás ante los tribunales de la República .

Avizoro negros nubarrones en la gestión de este gobierno. Lamentablemente esos nubarrones oscurecen también el horizonte de nuestra Patria. Una torpeza más que nos retrotrae en el concierto de las naciones.

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Suplemento sobre la ESMA

"Acto sin respaldo para una idea muy poco feliz"

«No debí hablar en la ESMA», declaró el presidente Néstor Kirchner sobre el acto del 24 de marzo, entre tantos discursos para el arrepentimiento que pronunció en su primer año de gobierno. Pidió perdón en nombre del Estado por la violenta represión de los años '70 que en ese edificio, hasta ahora de la Armada, en la avenida Del Libertador, tuvo como epicentro buena parte de esa negación de la libertad, torturas a presos clandestinos sin jueces intervinientes y también encaminar vidas humanas a su desaparición.

No estuvo mal pedir perdón por la barbarie de Estado, si se hubiera pronunciado igualmente una palabra en favor de las muchas víctimas inocentes del terrorismo y el accionar subversivo de los años '70.

Con esta omisión fue un acto parcial, para un sector de la sociedad argentina y además minoritario, que con voto propio no supera 10% en actos eleccionarios. Con aquel enfoque y la minoría destinataria es comprensible que un acto tan anunciado y con transporte contratado para el lugar no reuniera más de 20.000 personas. Ese mismo día, horas más tarde, fuerzas piqueteras y de izquierda reunieron en Plaza de Mayo alrededor de 50.000 personas y pocos días después un hasta ese momento desconocido Juan Carlos Blumberg convocaba contra al asesinato de su hijo Axel por delincuentes comunes y contra la inseguridad, frente al Congreso 200.000, marcando la diferencia entre convocatoria adecuada a problemas reales. El terrorismo setentista, aun combatido con perversidad, ni antes ni ahora entró en el sentir de la sociedad argentina.

El presidente de la Nación había llegado al acto de la ESMA con el desaliño político de que una ideologizada defensora de cualquier extremismo, nacional o internacional, como Hebe de Bonafini, hubiera tachado la concurrencia al lugar ese día de gobernadores electos, algunos de los cuales -como Jorge Obeid, de Santa Fe, y José Manuel de la Sota, de Córdoba- reunían en la época del Proceso militar más cárcel y riesgo de desaparición que el propio matrimonio presidencial, donde Néstor Kirchner acredita una sola noche de prisión.

Culminaron los desaciertos de ese acto frente al edificio de la ESMA cuando en el discurso el Presidente se adjudica el falso hecho de ser el único que hizo algo reivindicatorio de 20 años de democracia reconquistada para juzgar la represión de los años '70. Se olvidó, nada menos, que del principal y el que debió ser único acto reivindicatorio del pasado: el juzgamiento de las Juntas Militares con sentencia dictada en 1985. Ofendió al ex presidente Raúl Alfonsín que a 3 días de asumir, el 13 de diciembre de 1983, dictó el decreto de creación de la Sala Especial de juzgamiento de los militares que encabezaron aquella represión en forma abusiva.

Además, culminaron los errores del gobierno anunciando el destino del inmenso predio de la ex ESMA a un «Museo de la Memoria» que, en realidad, por su evidente parcialidad será un museo al rencor, para mantener vivo desde lugar tan visible el resentimiento en la familia argentina.

«Hay que ver qué es lo que harán sus diseñadores, sus contenidos, el archivo, el uso del espacio libre, los que corresponderían a exposiciones y el presupuesto que se le destine para su instalación y restauraciones. En nuestra tradición siempre faltó presupuesto para los museos», dice Julio Keselman, ex presidente de la Sociedad Central de Arquitectos.

Aunque este gobierno destine cuantiosos fondos a una obra pública innecesaria por su dimensión para una recordación histórica parcial es difícil que futuros gobiernos brinden altos presupuestos. Aunque con esa reducción germinarán las disputas y el resentimiento que ahora se quiere implantar.

«Tengo dudas de que se lleve a cabo. Más que un museo creo en un archivo de la memoria. El edificio de la ESMA no es apto y necesita una refacción total. Es una iniciativa extraña si se tiene en cuenta que todo nuestro pasado como Nación está resumido en un edificio chico como es el Museo Histórico Nacional que, además, recibe muy pocos visitantes. El estado de los museos hoy no es óptimo. El Museo Mitre está cerrado desde hace 4 meses porque no tiene luz; la mayoría no tiene seguridad, no hay equipos de computación para búsquedas ni registros, se sigue con el obsoleto sistema de fichas, no se restaura, sufren humedad y filtraciones que ponen en riesgo los contenidos. Se hacen las cosas absolutamente a pulmón con muy poco personal, mal pago», expresa Jorge Carro, vicedirector del Museo Roca y ex decano del Museo Social Argentino (UMSA).

«La cantidad de hectáreas del predio de la ESMA para museo es parte de un intento de arquitectura monumentalista. Para el propósito alcanzaría y sobraría con el edificio del frente. El Parque del Centenario, como lo indicó su creador Charles Thays, debía estar destinado a la ciencia y nunca hubo presupuesto para cumplir con eso. Frente al Instituto Marie Curie, donde se desempeñaron premios Nobel como Federico Leloir, hay canchas de fútbol. El Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia frenó sus obras apenas en la etapa 3 y quedó paralizado en construcción en los '30», dice el arquitecto Carlos Fabricampe. «Ese museo de Ciencias Naturales fue creado en 1823 y tras sucesivas mudanzas se instaló definitivamente cien años después en el edificio que ocupa en la actualidad y que nunca se terminó de construir», nos expresó Fabricampe.

Hay más argumentos sobre el despropósito que significa hacer del edificio de la ex ESMA un museo para una parcialidad histórica, además muy controvertida. Más aún si el presidente Kirchner declaró sobre esas 17 hectáreas que serán «todas para el museo».

Aun una parcialidad minoritaria de los argentinos tiene todo el derecho a una recordación en forma de museo o lugar de archivos. Pero en una de las tantas casonas del Estado como tiene en Austria y Las Heras, de la Capital Federal, el general Juan Perón que marcó 30 años en la vida nacional y dejó una herencia partidaria que aún gravita. Las Abuelas de Plaza de Mayo, que encabeza Estela de Carlotto; el secretario de Derechos Humanos de la Nación, el ex juez Eduardo Duhalde (otrora socio del abogado Ortega Peña, asesinado por la Triple A en pleno centro de la ciudad, en la calle Carlos Pellegrini) y Gabriela Alegre, secretaria de la misma área pero en el Gobierno de la Ciudad, se refirieron siempre, (por eso de que es justo aspirar a una recordación aunque sea de una parte, la subversiva, de las víctimas de los '70) al Museo del Holocausto de Washington como ejemplo posible. Pero ocupa menos de una hectárea y con ello recibe 2 millones de visitantes por año cuando en la ex ESMA se habla de 17 hectáreas y se puede calcular mínimos visitantes. El 5% del de Washington, o sea 100.000 visitantes por año sería mucho para un museo tan parcial e insólito en la dimensión edilicia que se le quiere dar.

Pensemos que uno de los más visitados de la Argentina, el de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, acerca 200.000 personas por año. Poco más alcanza el privado de arte MALBA, de la familia Costantini, pese a traer colecciones y artistas de renombre internacional.

Al proyecto del nuevo museo se lo llamara «de la memoria», si se lo hace, pero difícil que sea ajeno al olvido cultural y presupuestario que forma parte hoy de la realidad de los museos del país y de tantos otros edificios públicos mal mantenidos.

El presidente Néstor Kirchner al aceptar esta rencorosa propuesta demuestra por lo menos un rasgo común con el peronismo partido que hoy querría ver desaparecer aunque fue quien lo catapultó al poder: la tendencia a la necrofilia. Es algo distintivo y constante siempre del peronismo que tuvo cadáveres circulando por el mundo, manos cortadas de los restos de su máximo líder, un intento de monumento apoteótico a los «Héroes de la Patria» de aquel alocado ministro de Perón, José López Rega, cuando quería recolectar todos los cadáveres de ilustres y ponerlos en un mausoleo a erigir en avenida Alcorta, en Palermo, donde hoy se levanta, felizmente, una inmensa rosa metálica.

Por si faltara poco el presidente «paralelo», Eduardo Duhalde para enfrentar a Néstor Kirchner también en «museos», piensa remover en otro gesto necrofílico los cadáveres de Perón y Evita y llevarlos a un mausoleo a erigir en la quinta San Vicente que fuera del general Perón en vida.

Curiosamente el monumento más modesto de la Argentina es a 700 héroes auténticos muertos en combates en Malvinas...

Poca seriedad y mente propia de pueblos subdesarrollados, que generan dirigentes que también lo son, gastando dinero público en propuestas desmedidas e intemperantes frente a la salida de la pobreza que reclama parte considerable de sus habitantes.

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