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"No conspira quien quiere sino quien puede…"

por Gabriela Pousa

Mientras escribo estas líneas pienso si acaso estaré conspirando…

Antes de que la culpa y la conciencia comiencen a reprocharme algo, busco el diccionario y encuentro:

CONSPIRAR (Del lat. Conspirāre)

 

1- Dicho de varias personas: Unirse contra su superior o soberano

 

2- Dicho de varias personas: Unirse contra un particular para hacerle daño

Miro alrededor. Estoy sola. Me relajo. Uff… entonces no hay peligro, no estoy conspirando.

Vuelvo al teclado.

Por un lado, todas las denuncias sin fundamento que, el Gobierno hace sobre conspiraciones y complots me resultan artilugios viejos y hasta obsoletos. ¿Cuántas veces se ha apelado a ellos para explicar lo inexplicable? ¿Acaso hay posibilidad de comprender algo de lo que está pasando?

En ocasiones, es más fácil argumentar sobre lo que no sucede que darle nombre e identidad a un hecho empíricamente comprobado.

Está visto que ni Piñón Fijo cantando con los granaderos el 25 de Mayo, ni Charly rompiendo la guitarra en medio del escenario, ni los cubanos festejando a nuestros conspiradores de 1810 pudieron disimular una coyuntura poco favorable al Presidente.

Tampoco alcanzó la oratoria siempre dispuesta de Aníbal Fernández ni el anuncio de Roberto Lavagna aseverando que 2+2 es 5, aunque todos creamos lo contrario. Aceptemos de una vez que, para el gobierno, siempre estamos equivocados. No puede ser de otro modo si sólo accedieron al poder por un 22% de votos de dudosa procedencia…

La democracia en Argentina sufre la misma suerte de muchas otras cosas: se acomoda a conveniencia de la dirigencia. Así, nuestra peculiar forma de gobierno consiste en instrumentar la voluntad de las minorías.

Con la libertad sucede algo parecido: esta consiste en expresarse sin inconveniente siempre y cuando se concuerde con el Presidente.

Nada que asombre, en definitiva. Todo es consecuente con el modus operandi del gobierno.

El proceso de deformación de la realidad tiene el mismo ritmo que el de la destrucción del país. Avanza con prisa pero sin pausa. Quienes aún logramos ejercer el juicio crítico no podemos esperar sino el agravio y la descalificación.

También es congruente con la actual administración, que hoy día, sea un par de economistas, algún analista o encuestador, a quienes se siente en el banquillo de los acusados.

Téngase en cuenta que ya se ha desgastado a las FFAA, a los acreedores, a los organismos de crédito, al Banco Mundial, a la Corte Suprema, a la Iglesia, etc.,

Aburren. Ya supimos que eran los "malos de la película" durante 365 días…

Si bien, nadie sabe cuáles son las lecturas preferidas del jefe de Estado, puede deducirse que la fábula del zorro y las ovejas le ha quedado marcada a fuego. Si es un trauma de infancia o un síndrome de persecución adolescente es un enigma. Néstor Kirchner no puede anunciar que el zorro merodea porque a esta altura, no se altera siquiera ni una sola de las ovejas…

En la biblioteca de Balcarce 50 debe haber hallado el manual que utilizara Raúl Alfonsín, para sacar de allí algún nombre pertinente. Con cierto tino, alguien le debe haber advertido que endilgar un complot a quienes yacen bajo tierra carece de sentido, de modo que el resto los escogió al boleo. No es de extrañar que haya jugado al "ta te ti" con un par de diarios viejos.

A fin de cuentas, lo importante no es el medio sino el fin. Total Maquiavelo no estuvo en el país cuando imperara el neoliberalismo…

La "herencia recibida" es una fórmula vieja. Durante los 80 fuimos herederos de los gobiernos militares y aún así, la crítica punzante no tuvo éxito. Carlos Menem tuvo en la hiperinflación, su justificativo y Fernando de La Rua complotó contra sí mismo. Ahora bien, ¿sí éste pudo endilgar su fracaso a Marcelo Tinelli, por qué no podría el primer Mandatario escoger un par de economistas? A fin y a cabo suena más serio…

Eduardo Duhalde utilizó a los "usureros" (aún cuando bajo ese concepto estuvieran los mismos bancos que le financiaran su gobierno)

En ese aspecto, fue la misma banca oficial quién terminó reconociendo que fueron los políticos y su distribución irresponsable e interesada de recursos, los que produjeron el agujero negro del sistema financiero que privó a los ahorristas de sus depósitos.

Desde el mismo Banco Ciudad salió la voz que confesó otorgar créditos (incobrables) por U$S 10.000 millones al Estado Nacional y por otros 8.000 millones a los Estados Provinciales.

Según el mismo jefe de Estado, hay sectores que "están trabajando para volver al pasado" ¿Dónde está la novedad? ¿Acaso estaba haciendo un auto-análisis de su gestión?...

Está claro que no conspira quién quiere sino quién puede… se trata solamente de pensar diferente al Presidente para poder acceder al complot.

Desde la asunción al poder, Kirchner mostró tener una visión distorsionada de la historia, convirtió a víctimas en victimarios y a guerrilleros en funcionarios. ¿Por qué habría de extrañar que vea la insensatez en la racionalidad?

Quienes estamos "conspirando" no en contra sino en pro de un país mejor, de un régimen institucional sólido y pugnando por una división de poderes que garantice transparencia, hemos sido nuevamente dejados de lado.

Al menos, sirvan estas líneas como una denuncia de discriminación contra el mismísimo jefe de Estado…

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"Destruida por su heroicidad"

 

por el Comisario Mayor (re) Miguel Etchecolatz

Acepto que las instituciones deben actualizarse en su perfeccionamiento acorde con la evolución - por no decir involución - de los tiempos, y si a ello se agrega la completa indiferencia e inoperancia de los poderes públicos que aún siguen demostrando su incapacidad en dar solución a justos reclamos, quede en claro que la institución ha sorteado situaciones extremas con el exclusivo esfuerzo de sus hombres que demostraron un claro sentido de vocación de servicio.

Los dirigentes políticos a quienes el pueblo señala como causantes de todas nuestras desgracias - sin exclusión - saturando con sus letanías orales sin lograr nada en concreto en tal sentido, usaban de ella para satisfacer apetencias partidistas y/o personales sin aceptar que las instituciones están primero que las mezquinas y deplorables ambiciones.

Mi policía, debía soportar con dolor la deslealtad sintetizada en actos de corrupción de un grupo de sus integrantes, que en combinación con políticos, jueces, legisladores, etc. et., se deslizaban por obscuros pasillos del delito, opacando su majestuosa imagen, pasibles de total repudio y acreedores de la máxima sanción penal.

A esta histórica institución le cupo la honrosa misión de defender a la Patria, sus instituciones, su soberanía y libertad ante la irreverente aparición del terrorismo, considerada como la que ofreció mayor cantidad de vidas en la lucha, logrando la destrucción en el territorio provincial de las tenebrosas organizaciones subversivas amparadas por legisladores y políticos que se gastan en huecas oratorias fúnebres.

Hoy, lamentablemente todos, sin excepción, debemos presenciar que, mediante una campaña con características puramente ideológicas, bajo excusas que exceden lo razonable, los detractores de siempre, no dispuestos a reconocer su autoría en los hechos que enlutaron al país, motivando una división en la sociedad argentina, no solo involucran en hechos de corrupción a funcionarios de irreprochable prestigio moral y profesional, sino que dirigen de manera inequívoca su ataque a la disolución de la Institución Policial. Les preocupa vivamente que exista en ella esa relación de comunión y sentimiento, de solidaridad y ayuda mutua en la tan difícil tarea de velar por el orden y la seguridad exponiendo sin titubeos sus vidas, lo que sintetiza un verdadero espíritu de cuerpo, atributo que no tiene espacio en sus planes trazados para desterrar todo lo que signifique orden, autoridad, en definitiva uniforme.

Me pregunto: ¿Si todos coincidimos, porque así la realidad lo demuestra, en que ninguna institución que conforma el cuerpo del Estado Argentino, escapa a este flagelo de descomposición moral y profesional, a que obedece la disolución - seré más claro - la destrucción de esta Repartición únicamente ?

¿Acaso, aquellos ilícitos que ellos cometen no son los mismos que castiga nuestro único Código Penal ?

Si el gobierno se ha impuesto la tarea de higienizar las instituciones, eso debe ser reconocido como un gesto de grandeza, digno de todo elogio, pero coincidiremos que si bien prioriza una profunda depuración moralizadora, ¿a que ir directamente a la Institución como tal ?. Ella no es una entidad abstracta y anónima, ni una teoría, ni un objeto de tesis. La policía lo es el señor Gobernador, soy yo, lo son los habitantes de la Provincia de Buenos Aires y pretender acusarla de ser el origen de la corrupción, es reconocernos culpables y responsables por lo que nos toca vivir.

¿A que se debe este oscuro proceder, con exclusividad y tanta insistencia en gravitar ante la opinión pública, con opiniones y agravios hacia la Institución por parte del gobierno provincial ?

¿No se dan cuenta que pese a las medidas adoptadas, aún la enfermedad avanza porque falta extirpar otros miembros del cuerpo que ante las decisiones tomadas no avanzan pero permanecen ocultas y proseguirán cuando sea propicio el momento ?

La erradicación debe ser completa para atacar ese virus que proviene de las esferas políticas, judiciales y de gobierno, y agrego, también de algunos sectores de la actividad privada comprometidos en esta desdeñable trama. Me resisto a creer que en las medidas que se adoptan se oculten o aniden propósitos de venganza por haberse evitado el triunfo de unos trasnochados enfermos mentales

En lo personal, hago público, como gesto de despedida sobre el cuerpo inerte de quien fuera mi segunda madre, luego de padecer una larga agonía, sean mis últimas palabras de lo mucho que sufro : Amada Institución, perdónanos a todos los argentinos por igual. Si bien solo soy un grano de arena en este inmenso médano, creo haber cumplido con lealtad y honestidad tu esencia filosófica. Tú, no eres merecedora de esta aviesa e injusta muerte.

Para los descreídos, detractores, impulsores de la venganza irreconciliables y vacíos de amor, digo algo que no es mío :

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www.economiaparatodos.com.ar

"Autocomplot"

por Roberto Cachanosky

Néstor Kirchner y Raúl Alfonsín parecen compartir una misma actitud para hacerse cargo de sus responsabilidades al frente del país: colocarse en el papel de víctimas y denunciar la presencia de enemigos por doquier para camuflar administraciones ineficientes. En el ’89 la historia no tuvo final feliz. ¿Qué piensa hacer, hoy, el gobierno para cambiar el desenlace?

La ensalada de temas que ha hecho el gobierno para denunciar un supuesto complot en su contra es tan grande y mezcla cosas tan raras, que finalmente resulta inevitable pensar que tal conspiración no existe y que, en todo caso, parece ser más una excusa que utiliza el gobierno para justificar la caída en la imagen que reflejan las encuestas sobre el presidente y la acción de gobierno. Es más, las contradicciones que hay entre lo que denuncia el gobierno como actos conspirativos y sus propios actos, hacen dudar de la capacidad de análisis de los funcionarios públicos o de sus verdaderas intenciones al denunciar un complot.

Veamos algunas contradicciones. El gobierno denuncia un complot porque supone que hubo un sabotaje en una línea de ferrocarril. De esa forma, la gente que viaja en esa línea de tren sentiría malhumor contra el gobierno. ¿Puede tomarse en serio este razonamiento cuando todos los días, ante la pasividad del gobierno, piqueteros encapuchados y con palos en la mano cortan rutas, puentes, calles y autopistas y generan un caos fenomenal y un fuerte malhumor en la gente que tiene que trabajar? ¿Por qué la gente que sufre el acoso y la intimidación piquetera, que es la que mantiene con su trabajo a los funcionarios públicos y a los mismos piqueteros, no se va a poner de malhumor y los que viajen en una línea de tren sí? Resulta bastante difícil de comprar este primer argumento del gobierno sobre el supuesto complot.

Segundo ejemplo. El gobierno dice que hay economistas que en el exterior aconsejaron no invertir en la Argentina porque el gobierno es débil y la situación económica es complicada. Si esto es conspirar o hacer inviable al gobierno, ¿cómo se define el envío de fondos de la provincia de Santa Cruz al exterior que hizo el presidente Kirchner cuando era gobernador?

Si el horizonte político y económico en la Argentina es hoy tan claro y cristalino, ¿por qué el gobernador de Santa Cruz, fervoroso kirchnerista, no trae nuevamente los fondos que están en el exterior? ¿Por qué no dan ellos el ejemplo trayendo nuevamente esos fondos para demostrar lo sólido que es el horizonte económico y político del país antes de reclamar que otros inviertan en la Argentina? ¿Acaso el gobierno no cree que es bueno predicar con el ejemplo?

Cuando el gobierno se dio cuenta que la palabra complot, que había utilizado inicialmente, resultaba muy fuerte, la cambió por la frase "intentos de hacer inviable el gobierno". ¿Qué es lo que, en el largo plazo, hace inviable a un gobierno? ¿Las ideas distintas que pueden esgrimir profesionales, políticos o periodistas o los propios actos de gobierno?

Antes de acusar a profesionales o determinados sectores de querer hacer inviable al gobierno, los funcionarios deberían mirarse a sí mismos y pensar si su tendencia a reestatizar la economía, hacerle la vida imposible a quienes invierten en el país o generar incertidumbre sobre las reglas de juego, no sólo hacen inviable al gobierno sino a la misma Argentina.

El gobierno tiene un discurso que retrotrae a nuestro país a sus peores momentos de hiperinflación, fuga de capitales y deterioro en la calidad de vida de sus habitantes.

Hoy está de moda demonizar los ’90. ¿Acaso los ’70 o los ’80, que pretende reivindicar el gobierno, no estuvieron plagados de corrupción en las empresas estatales, la inflación no destruyó patrimonios e ingresos y la ausencia de inversiones no nos hizo perder productividad? El discurso setentista del gobierno es el principal factor que conspira y hace inviable a la Argentina porque mete miedo en cualquiera que tenga que invertir un dólar en el país.

Kirchner parece tener el mismo problema que tuvo el también "progresista" Alfonsín cuando fue presidente. A los dos les encanta hacer discursos de barricada, arengar a la gente contra supuestos enemigos y quitarse de encima la responsabilidad de la crisis a la que conducen al país inventando conspiraciones para que la gente se compadezca de ellos. Pretenden aparecer como víctimas de oscuros intereses para no hacerse cargo de la falta de administración a la que someten a la patria.

En síntesis, pareciera ser que se sienten más cómodos haciendo discursos que administrando eficientemente el país, que es para lo que se les paga un sueldo y el motivo por el cual ocupan el sillón de Rivadavia. Creen que la campaña electoral, donde todo son palabras y promesas, es lo mismo que la administración, donde lo importante es dejar los discursos de barricada y trabajar con eficiencia.

Alfonsín se la pasó denunciando complots. El complot militar-sindical durante la campaña electoral, el complot de golpe de 1985 y luego el golpe de mercado, cuando había lanzado al país a la hiperinflación. La realidad es que la falta de capacidad para administrar que tuvo Alfonsín terminó siendo su propio autocomplot. Si Kirchner va a ensayar la misma fórmula de Alfonsín, lo que va a hacer inviable su gobierno no van a ser los discursos de economistas que piensan distinto, sino su falta de dedicación para resolver eficientemente los problemas que padece la Argentina. Lo que debería preguntarse el presidente es lo mismo que se pregunta la gente que razona.

¿Qué debería preguntarse Kirchner?: ¿Por qué, si hago lo mismo que hizo Alfonsín, voy a terminar diferente a como terminó el ex líder radical?

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Falleció en esta ciudad el doctor Víctor Antonio Guerrero Leconte, camarista retirado que tuvo una destacada actuación en el ámbito de la magistratura y en la cátedra.

Apenas una semana antes de su fallecimiento, la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires lo había nombrado miembro de su Instituto de Derecho Procesal.

Nacido en Corrientes, se desempeñó allí como juez del Crimen y luego fue designado juez federal en la ciudad de Paso de los Libres. También integró el Superior Tribunal de Justicia de su provincia. Durante el gobierno de Arturo Illia fue designado juez de sentencia en lo penal en la Capital Federal.

También integró la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, cargo al que renunció en abril de 1979. La decisión la anunció públicamente el 6 de abril de ese año, pero se hizo efectiva a fines de ese mes. Al explicar las razones de su dimisión, Guerrero Leconte le aclaró públicamente al entonces presidente, Jorge Rafael Videla, que "esta determinación obedece a situaciones personales, ya que estoy compenetrado con el Proceso de Reorganización Nacional".

De arraigadas convicciones cívicas y políticas, claro y valiente en sus definiciones, Guerrero Leconte formó parte de la Comisión de Afirmación de la Revolución Libertadora. Sostenía que no fue ése un golpe palaciego sino que el fin del gobierno de Juan Domingo Perón fue un hecho destinado a devolver a la República sus instituciones.

Repetidas veces volcó su pensamiento en cartas de lectores y artículos. No lo arredró la polémica y así, en 1984, cuando se instruyó el proceso por rebelión a los miembros de la primera junta del Proceso de Reorganización Nacional, Guerrero Leconte pidió ser también juzgado y que se imputara, por no haber acudido en defensa del gobierno central, a los camaristas federales que ordenaron el juicio contra los militares.

Guerrero Leconte también reclamó que se enjuiciara a todos los que aceptaron puestos en el Poder Judicial entre 1976 y 1983, incluidos el fiscal Julio Strassera y los camaristas Ricardo Gil Lavedra, León Arslanian y Jorge Torlasco.

Además, pidió que se imputara a todos los legisladores oficialistas y de la oposición por no haber resistido a la rebelión militar mediante la cual concluyó el gobierno constitucional encabezado por María Estela Martínez de Perón.

Aunque era divorcista, cuestionó severamente - concordando con los votos en minoría de los ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación José Severo Caballero y Augusto Belluscio - el fallo del máximo tribunal que, en 1986, declaró inconstitucional el matrimonio indisoluble y abrió paso al divorcio vincular que fue aprobado poco después por el Congreso de la Nación.

Guerrero Leconte fue profesor de Derecho Procesal Penal en las universidades del Nordeste, de Buenos Aires y de Belgrano.

Estaba casado con su coterránea Raquel Aguirre Lanari, hermana del dirigente político y ex senador nacional por el Partido Liberal de Corrientes Juan Ramón Aguirre Lanari. Su sepelio se realizó en el cementerio Parque Memorial, en Pilar.

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